HISTORIAS DE GANADORES Y PERDEDORES

“Si quieres ser grande, debes tener el valor de fracasar y aún así,
seguir adelante. Que la gente se pregunte cómo puedes, a pesar de ello,
continuar sonriendo”.


Levantarse cada día, enfrentarlo con optimismo, disfrutar de las cosas cotidianas y mantener el equilibrio entre nuestros actos y pensamientos, con nuestras emociones y sentimientos, puede ser un buen principio.

Nada fácil, si no fuera porque los argentinos lo hacemos, casi instintivamente, a lo largo de nuestras vidas.

Acostumbrados a vivir en un país cambiante, sorpresivo, dramático y absurdo, brillante y solidario, egoísta y “careta”, estamos ya sobreadaptados al contexto.

Especialistas en hacer leña del árbol caído, fabricamos ídolos con la misma facilidad con que los destruimos. Nos encolumnamos rápido del lado del exitoso pero saltamos al agua cuando aparecen las primeras grandes olas.

Esto, que parecería solo una descripción del “argentino medio”, sirve bien para explicar lo que aconteció a muchas franquicias en los últimos tiempos.

Las condiciones de tremenda inestabilidad de la Argentina, tuvieron como efecto el surgimiento de numerosas pequeñas empresas, que salieron a ganar espacios allí donde los actores tradicionales y los grandes jugadores los dejaban vacíos.

Así, envalentonados por éxitos iniciales, muchos lograron hacer crecer sus marcas, empujados por la sed de consumo emergente de la salida de la gran crisis del 2001.

Sin embargo, esto no es un factor suficiente para “mantenerse” en el mercado, y para crear “éxitos sustentables” en el tiempo. Y quienes idealizaron a aquellos empresarios, esas marcas y sus posibilidades, se quedaron “colgados en las alturas”, como diría el Nano Serrat.

Y rápido salieron a buscar culpables. El mercado, el país, la contraparte de su contrato de franquicia, los consumidores o los proveedores. En general, nadie asumió la responsabilidad en su propio “fracaso”.

La historia del franchising en el mundo, no sólo en la Argentina, está llena de historias de ganadores y perdedores, sólo que estas últimas están prolijamente ocultas para no desanimar a potenciales inversores en el sistema

La franquicia es, ni más ni menos, una formidable herramienta de crecimiento para las empresas y las personas. Pero no la “llave del éxito”, la garantía de rentabilidad eterna o el “seguro de vida” para franquiciantes o franquiciados.

Si las estadísticas disponibles en general, se nutrieran de información más verídica, los números del franchising en la Argentina se verían menos optimistas, pero más reales y creíbles.

Nos incumbe a todos aprender de los errores, sincerar nuestro discurso y construir para nuestra comunidad de negocios, una cultura que, lejos del falso exitismo, trasmita seguridades, transparencia y respeto por los principales valores; ética, honradez y esfuerzo, como complementos indispensables de la inversión de capital.

Y si las cosas no salen bien, a levantar la frente y a salir adelante, que para el minuto noventa del partido que cada uno juega en su vida, seguramente todavía falta bastante.

Pero asumiendo cada uno sus propias responsabilidades, porque es esa la única manera de crecer.